martes, 14 de abril de 2015

Al leer debemos tener en cuenta...

1. Mejorar la concentración:
Evitar las distracciones internas, como tener hambre, sueño o cualquier otra necesidad física.
Encontrar el momento adecuado. Leer se disfruta mucho más si se hace con disponibilidad de tiempo y no con prisa.
Descansar periódicamente 10 minutos cada 50 de lectura.
2. Establecer el ambiente adecuado:
Con una buena iluminación: Luz natural proveniente desde la espalda o luz artificial alógena o fluorescente sin oscilaciones. Que ambas den directamente en el libro sin que nos den en los ojos.
Elegir un lugar cómodo.
3. Cuidar la vista:
La distancia correcta entre nuestros ojos y un libro debe ser de aproximadamente 45 centímetros.
Los ojos necesitan hacerlo entre 12 y 15 veces por minuto y cuando se lee esta cantidad se reduce y se puede producir sequedad, tensión, fatiga ocular y visión borrosa.
De vez en cuando ejercite los ojos enfocándolos en algún objeto que esté a mayor distancia que el libro.
4. Tener en cuenta las expectativas del libro:
Cuando hemos elegido el libro tenemos  un criterio sobre éste antes de comenzar a leerlo. Esto puede determinar en gran parte nuestro disfrute del mismo, así como el provecho que le saquemos. Por eso es necesario entender que es lo que esperamos del libro, por ejemplo:
- Distraernos, aprender o las dos cosas a la vez.
- Recrear la época y el lugar donde se desarrolla.
- Analizar el argumento, trama, ritmo y resolución del libro.

El hábito de la lectura comienza a cultivarse en casa.


viernes, 27 de marzo de 2015

¿Por qué se rajan en lectura nuestros niños?

Seis de cada 10 escolares colombianos no entienden bien lo que leen. Expertos analizan las causas y dan consejos para “enamorarlos” de los libros.
Los resultados del último Estudio Internacional de Competencia Lectora (Pirls, por su sigla en inglés), volvieron a arrojar un dato desalentador: 6 de cada 10 alumnos de primaria en Colombia tienen problemas para entender los textos complejos; por esa razón comprenden mejor escritos literarios que informativos y sus niveles de asimilación siguen siendo bajos.
Según los expertos hay razones para recuperarse por esta persistente debilidad, toda vez que esta competencia es definitiva en su desempeño escolar y desarrollo personal. Ante semejante panorama vuelve a surgir la inquietud en torno a la forma como los niños entran hoy en contacto con la lectura. 
Para empezar, cabe decir que ellos son lectores por naturaleza; por eso es importantes dejarlos jugar con las palabras. Cuando su creatividad fluye en una narración oral y luego se le permite plasmarla en el papel, aprenden a leer y escribir son actividades útiles y agradables.
Este paso esencial en el proceso de aprendizaje, muchas veces se omite. A los pequeños se les escucha poco y rara vez con quien compartir la representación que tienen sobre el mundo, lo cual es un problema, pues la oralidad y la lectura en voz alta hacen que el cerebro se acomode a la complejidad de un discurso.
Y es que, con cierta frecuencia, el concepto de lectura ha quedado relegado al reconocimiento de las letras del alfabeto. Para Neyith Ospina directora de la licenciatura en pedagogía infantil de la Universidad Javeriana, “en ese afán de que los niños aprendan a leer y a escribir antes de los 6 años los docentes no se preocupan por la comprensión de lectura sino por la decodificación”.
A eso hay que sumar la entrada infeliz que muchos niños tienen en la lectura y la escritura, algo en lo que pecan padres y docentes. Fabio Jurado, coordinador de la línea de investigación en lenguajes y literaturas de la maestría en Educación de la Universidad Nacional, señala que uno de los errores más frecuentes es la “inoficiosa” insistencia en enseñar las partes de la oración sin contexto, muchas veces distanciadas del lenguaje que se usa en la casa, en la calle o en el colegio. Y lanza una sugerencia: “´Qué tal si se les pide grabar la conversación entre un comprador y un vendedor en la plaza de mercado y luego analizar la gramática de ese lenguaje?”
A juicio de Rosa Julia Guzmán, directora de la maestría en Pedagogía de la U. de la Sabana, también son errores el ejercicio repetitivo de las planas (que algunos papás usan como castigo) y confundir la comprensión de lectura con la memoria. “No podemos seguir trabajando la lectura para aprobar grados, sino para afrontar la vida y descubrir lo que somos” agrega Jurado.
Crear el hábito.
 El lector se construye en un horizonte, en una perspectiva;  no se puede leer por deber ni por obligación. Hay que leerles a los niños en voz alta, comentar la lectura y hacerles preguntas sobre ella. Este ejercicio de discusión afianza la comprensión. Puede ser un cuento, una fábula, una historia de ficción o un poema. 
Eduardo Escallón, director del Centro de Español de la Universidad de los Andes, advierte que en este ejercicio de lectura acompañada, los adultos deben llevar al niño a tomar conciencia de todos los elementos explícitos e implícitos que le dan sentido al texto: leer implica saber de qué habla el texto, confrontar lo que dice con conocimientos previos en el niño y contrastar esa información con los otros textos.
Así las cosas, desarrollar la capacidad de análisis, reflexión y argumentación de los niños no es un problema que añade solo a los docentes de área del lenguaje. Les compete a los padres de familia y a los maestros   de las diferentes áreas de conocimiento; entender cada disciplina del saber implica entender los textos de esta disciplina. “La comprensión de lectura nos concierne a todos”, puntualiza Escallón.                                                                                                                 

El hábito comienza a cultivarse en casa
·         - Permítales el contacto con los libros desde los primeros años. Léales en casa, en voz alta.
·       -   Llévelos a bibliotecas y déjelos elegir textos de su agrado.
   - Al leer, ayúdelos  a identificar el planteamiento del autor, los argumentos que usa y las ideas principales. También a jerarquizar, a organizar la información y a relacionar un párrafo con otro.
·      - Cuando trabaje en comprensión de lectura, invítelo, opine y  a que critique, proponga, opine y defienda sus ideas sobre lo que lee. Que llegue al texto con preguntas para así discutir el escrito con él.

·         - Permítales  relacionar  el contenido del texto con lo que les pasa en la vida cotidiana.