Seis de cada 10 escolares colombianos no entienden bien lo que leen.
Expertos analizan las causas y dan consejos para “enamorarlos” de los libros.
Los resultados del último Estudio
Internacional de Competencia Lectora (Pirls, por su sigla en inglés), volvieron
a arrojar un dato desalentador: 6 de cada 10 alumnos de primaria en Colombia
tienen problemas para entender los textos complejos; por esa razón comprenden
mejor escritos literarios que informativos y sus niveles de asimilación siguen
siendo bajos.
Según los expertos hay razones
para recuperarse por esta persistente debilidad, toda vez que esta competencia es
definitiva en su desempeño escolar y desarrollo personal. Ante semejante
panorama vuelve a surgir la inquietud en torno a la forma como los niños entran
hoy en contacto con la lectura.
Para empezar, cabe decir que
ellos son lectores por naturaleza; por eso es importantes dejarlos jugar con
las palabras. Cuando su creatividad fluye en una narración oral y luego se le
permite plasmarla en el papel, aprenden a leer y escribir son actividades
útiles y agradables.
Este paso esencial en el proceso
de aprendizaje, muchas veces se omite. A los pequeños se les escucha poco y
rara vez con quien compartir la representación que tienen sobre el mundo, lo
cual es un problema, pues la oralidad y la lectura en voz alta hacen que el
cerebro se acomode a la complejidad de un discurso.
Y es que, con cierta frecuencia,
el concepto de lectura ha quedado relegado al reconocimiento de las letras del
alfabeto. Para Neyith Ospina directora de la licenciatura en pedagogía infantil
de la Universidad Javeriana, “en ese afán de que los niños aprendan a leer y a
escribir antes de los 6 años los docentes no se preocupan por la comprensión de
lectura sino por la decodificación”.
A eso hay que sumar la entrada
infeliz que muchos niños tienen en la lectura y la escritura, algo en lo que
pecan padres y docentes. Fabio Jurado, coordinador de la línea de investigación
en lenguajes y literaturas de la maestría en Educación de la Universidad
Nacional, señala que uno de los errores más frecuentes es la “inoficiosa”
insistencia en enseñar las partes de la oración sin contexto, muchas veces
distanciadas del lenguaje que se usa en la casa, en la calle o en el colegio. Y
lanza una sugerencia: “´Qué tal si se les pide grabar la conversación entre un
comprador y un vendedor en la plaza de mercado y luego analizar la gramática de
ese lenguaje?”
A juicio de Rosa Julia Guzmán,
directora de la maestría en Pedagogía de la U. de la Sabana, también son
errores el ejercicio repetitivo de las planas (que algunos papás usan como
castigo) y confundir la comprensión de lectura con la memoria. “No podemos
seguir trabajando la lectura para aprobar grados, sino para afrontar la vida y
descubrir lo que somos” agrega Jurado.
Crear el hábito.
El lector se construye en un horizonte, en una
perspectiva; no se puede leer por deber
ni por obligación. Hay que leerles a los niños en voz alta, comentar la lectura
y hacerles preguntas sobre ella. Este ejercicio de discusión afianza la
comprensión. Puede ser un cuento, una fábula, una historia de ficción o un
poema.
Eduardo Escallón, director del
Centro de Español de la Universidad de los Andes, advierte que en este
ejercicio de lectura acompañada, los adultos deben llevar al niño a tomar
conciencia de todos los elementos explícitos e implícitos que le dan sentido al
texto: leer implica saber de qué habla el texto, confrontar lo que dice con
conocimientos previos en el niño y contrastar esa información con los otros
textos.
Así las cosas, desarrollar la
capacidad de análisis, reflexión y argumentación de los niños no es un problema
que añade solo a los docentes de área del lenguaje. Les compete a los padres de
familia y a los maestros de las
diferentes áreas de conocimiento; entender cada disciplina del saber implica
entender los textos de esta disciplina. “La comprensión de lectura nos
concierne a todos”, puntualiza Escallón.
El hábito comienza a cultivarse en casa
· - Permítales
el contacto con los libros desde los primeros años. Léales en casa, en voz
alta.
· - Llévelos
a bibliotecas y déjelos elegir textos de su agrado.
- Al leer,
ayúdelos a identificar el
planteamiento del autor, los argumentos que usa y las ideas principales. También
a jerarquizar, a organizar la información y a relacionar un párrafo con otro.
· - Cuando
trabaje en comprensión de lectura, invítelo, opine y a que critique, proponga, opine y defienda sus
ideas sobre lo que lee. Que llegue al texto con preguntas para así discutir el
escrito con él.
· - Permítales relacionar el contenido del texto con lo que les pasa en
la vida cotidiana.